miércoles, 9 de noviembre de 2011

Peekaboo

Caminamos una hora sin soltarnos la mano ni decirnos una palabra. Ella es hermosa y tiene una figura perfecta, ropa sobria y relajada como su actitud, una gran sonrisa.

Nos amamos tanto que ya nunca encontré una fórmula para recomenzar. Creímos saber tanto que nos costó horrores entender que faltaba mucho más.

Ella encendió un cigarrillo dulce y me invitó a pasear un poco más adentro. Soltó mi mano para tomarme del brazo, acercando sus caderas a las mías en un movimiento rápido y sincero.

—¿Cuánto más habrá que caminar? —dijo—. A veces el soñar hace las cosas más fáciles, nos lleva a los puntos clave del todo sin vueltas.

La vida, pensada como un sueño, se acerca mucho a la perfección. Clasificar los hechos por la experiencia que nos dejan y no por las sensaciones momentáneas puede ser muy importante a la hora del aprender.

Una experiencia, como el capítulo de una novela, nos deja tomar una pausa para intentar entenderla, almacenarla y con el correr del tiempo analizarla. Podríamos detenernos constantemente a releer algunos detalles buscando la prosa divina.

Para avanzar es necesario pasar por alto algunos detalles ganándole terreno a nuestros objetivos. También es interesante dejar margen a la sorpresa de quien relee, generando emociones que suman mucho a la crítica constructiva.

—Soñar de a dos es más fácil. El feedback nos ayuda a decidir el camino de nuestras ideas —solté con el humo.

Nuestras huellas habían comenzado a bocetar nuevos pensamientos al cruzar sus pisadas con las mías. Sus sonrisas se convirtieron en música y de a poco comenzamos una danza nueva.

—Abrazame —te animaste—. Quiero ver si es verdad lo que entiendo en esos ojos.

Por momentos, los abrazos se convierten en la caricia más transparente. Envían mediante el contacto una gran cantidad de deseos y sentires que tal vez nunca vuelvan a tocar el mundo.

Sobra con ser observador para entender que somos unos tontos. No nos animamos a dar el primer paso por un miedo que sabemos infundado.

La distancia entre un abrazo y un beso está sólo impuesta por las propias inseguridades. En muchos casos puede tratarse de una misma demostración de afecto, de una misma expresión del alma.

Hoy nuestros labios se estancaron en un cuento que los dos quisimos narrar. Tal vez mañana nos recordemos distintos y será normal; en cualquier caso habrá que diferenciar anécdota de un comienzo.

La clave es querer iniciar algo sin saber de qué se trata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario